Agosto 2025 - Flipbook - Page 44
Revista cultural año 2025
abordado por la tarde y me pagaron muy bien para que estuviera a la una en la puerta de la caseta
de San Lorenzo para hacer un porte. La subieron al coche entre tres y después se quedó solo el tipo
de la sonrisa. Avisé al muchacho que no hiciera nada feo, usted estaba muy mal, indefensa. Él me
contestó que parara en el parque y que me fuera porque usted necesitaba tomar el aire, pero en el
fondo yo sabía que no era así, le vi cómo le brillaban los ojos, cómo la miraba. Toda la noche he
estado llevando gente a su casa, pero no podía
dejar de pensar en usted, por eso antes de irme
a dormir me he dado una vuelta por los jardines
y, gracias a Dios y a mi Virgen, la he visto. Lo
siento muchísimo, señorita 3, le dijo el hombre,
bastante afectado. – Muchas gracias, no se
preocupe, saldré de esta –, respondió Elena. –
Señorita, me llamo Antonio Romero, 'el
Moscardón'. Reconocería a ese tipo debajo del
agua. Si quiere denunciarlo, la ayudaré, se lo
juro por mi Virgen Trianera –. El cochero se
persignó tres veces y después besó su pulgar e
índice en forma de cruz. El hombre bajó del
coche y ayudó a Elena a bajar y también a abrir
la puerta. – Muchas gracias, lo buscaré, algún
día le pagaré el favor que me ha hecho –, dijo
ella. Elena entró en la casa, se dirigió a su
dormitorio, cogió ropa interior limpia y luego
llenó la bañera con agua templada. Se metió, y
cuando empezó a relajarse, creyó que todo aquello había sido un mal sueño, pero cuando se tocó,
empezó a llorar de nuevo desconsoladamente.
-La verdad no tiene puertas traserasDespués del altercado en el Puerto de Santa María y viendo que Elena optó por el silencio,
los padres de Laura se encerraron con ella en el despacho. Dos horas y media más tarde, sus rostros
reflejaban la profunda consternación provocada por la aberración que Laura acababa de narrarles.
Laura no podía creer hasta dónde había llegado José Luis; jamás imaginó que fuera capaz
de semejante atrocidad. Lo peor era que ella había sido utilizada para llevarla a cabo, y sabía que
aquello tendría consecuencias que la afectarían directamente.
A menudo, a Laura le resultaba difícil entender a Elena y, en el fondo, la envidiaba
profundamente. Quizás aquella "broma" organizada por el grupo de "los guapos" serviría para
bajarle los humos y destruir su halo de perfección. Discretamente, casi sin ser vista, Elena había
capturado la atención de todos, especialmente la de José Luis, por quien ella, en secreto, estaba
enamorada. Ahora, Laura se dio cuenta de cómo Elena, con su actitud, había atraído a José Luis y a
muchos de sus adláteres. El rechazo de Elena y su carácter indómito habían alimentado una fijación
maligna en José Luis. Él mismo diseñó su venganza, pero necesitaba cómplices. Nadie manejaba las
voluntades ajenas como él: controlaba tanto a quienes le debían algo, por deudas o favores, como a
los que lo seguían por simple idolatría. Aficionado al juego, había montado una apuesta clandestina
entre su círculo más cercano, todos de la misma calaña. En juego estaba una cantidad considerable
por la virginidad de Elena, y la prueba y el trofeo de la "conquista" sería su ropa interior manchada
de sangre. Solo este grupo de apostadores conocía la verdadera monstruosidad que se pretendía; el
resto creía que era solo una broma pesada y que Elena simplemente despertaría en los brazos del
odiado José Luis.
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