Diciembre 25 - Flipbook - Page 36
Revista cultural año 2025
haciendas; parecían luciérnagas en el ocaso del día. Aquello nos motivó, y empezamos
recoger leña por los olivares cercanos; mientras mi primo Miguel se acercaba al cortijo a
por una paletada de ascuas: en cinco minutos ya teníamos un fuego en mitad de la era.
Observamos que, desde el cortijo, se acercaban relajadamente cuatro figuras. Eran ellos,
nuestros padres, y allí se juntaron con nosotros rodeando aquel fuego. Mi madre traía una
pelliza vieja del «chache» y me envolvió en ella.
Ahora la noche había ganado la partida al día, y las estrellas empezaron a encenderse en
el firmamento. En ese momento comenzaba una noche nueva, una Nochebuena. Estaba
en el mejor sitio del mundo para pasar aquel momento, rodeado de los mejores seres que
me podía imaginar. Aquel terreno era hostil a la vida y a las comodidades, pero yo, en
aquellos instantes, sentía que estábamos en el centro del universo; no había ningún sitio
en el mundo donde se pudiera estar mejor.
Miramos al cielo, esperando ver la estrella fugaz o el cometa camino a Belén, pero el frío
nos convenció para volver a la chimenea del cortijo. Mi tía Carmela se aferró al brazo de
mi madre, y mi madre asió mi mano fría. Empezamos a caminar.
—Ojalá el tiempo se parara ahora, Aurora.
Miré hacia arriba a mi madre y a mi tía, y me sorprendió ver que les resbalaban lágrimas
por la mejilla. Aquella noche, los candiles proyectaron nuestras sombras ondulantes contra
las paredes. Todos comimos pava en salsa, papas fritas y arroz con leche. Lucero recibió
doble ración de habas secas y cebada. Cantamos villancicos, bebieron vino y licores con
dulces. Hablamos, bromeamos y nos reímos todos en la gran mesa, mientras, sin que le
prestáramos demasiada atención, en la radio habló Franco. Después, cuando sonaron «Los
campanilleros» del Loreño, se hizo el silencio y, al vernos flotar en aquella atmósfera de
ensueño, sonreímos.
Los perros no dejaron de ladrar durante toda la noche.
El destino y la despedida
Y llegó la primavera. En mayo del 68, una camioneta llegó a la hacienda de