Julio 2025 - Flipbook - Page 61
Revista cultural año 2025
tierra era más firme y los árboles ofrecían cobertura. Allí, en lo que siglos más tarde sería
la Alameda, los drakkares quedaron atracados en el barro, formando un campamento
fortificado entre juncos y nieblas.
Pero entonces llegó la respuesta.
Desde Córdoba, el emir Abderramán II organizó una defensa implacable. Su general, Isa
Ibu Shuhayd, marchó al frente de un ejército y una flota improvisada, dispuesta a recuperar
Sevilla a cualquier precio.
Se libró una gran batalla entre el agua y la tierra, entre los cañaverales y el fango. El choque
tuvo lugar en los alrededores de donde hoy se alza la Alameda, cuando aún era zona
pantanosa.
Las fuentes hablan de una lucha feroz. El rugido de las hachas vikingas encontró la
disciplina de las tropas andalusíes. Las aguas del Guadalquivir se tiñeron de sangre.
Algunos barcos vikingos fueron incendiados, otros apresados. Y uno de ellos – dice la
leyenda -, encalló y quedó abandonado.
Era un drakkar solitario, derrotado y mudo. Los habitantes, temerosos de su sombra,
decidieron enterrarlo como quien entierra un demonio. Con tierra, silencio y superstición.
Allí quedó, oculto, sellado bajo el tiempo. Y sobre él, siglos después, se levantaría una gran
plaza para pasear, para la cultura, la vida y el arte: la Alameda de Hércules.
Con los siglos, la historia se convirtió en eco. Pero no desapareció del todo.
En 2021, durante unas obras de canalización, aparecieron estructuras de madera
ennegrecidas en el subsuelo. Algunos arqueólogos hablaron de los restos de una
embarcación muy antigua, tal vez incluso nórdica. Otros lo negaron con rapidez. Nada fue
confirmado oficialmente. Sin embargo, como toda buena leyenda sevillana; el silencio
alimentó el misterio.
Los ancianos dicen que, si uno camina solo por la Alameda una madrugada fría, cuando la
niebla baja como un sudario y el viento del norte sopla entre los álamos, puede oírse un
leve crujido&
Como madera que se mece en el agua.
Como un barco que no ha olvidado el mar.
Quizá Sevilla, tan antigua como sabia, aún guarde en su corazón un secreto del norte.
Y bajo sus piedras, un dragón de roble espera despertar.
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